Buenos Aires Herald, 'Placeres simples', Alfredo Cernadas Quesada, Diciembre 2001

PLACERES SIMPLES

Alfredo Cernadas Quesada – Buenos Aires Herald -  (Domingo, 23 de diciembre, 2001)

Es siempre un placer visitar la Galería Mamán por la colección de obras maestras que alberga. Más aun ahora que Isabel de Laborde presenta sus últimos trabajos en el salón de exposiciones temporarias del primer piso. Esta artista tiene una singular habilidad de transformar su rico mundo espiritual en algo tangible en términos visuales.

Sus Trabajos aparecen cargados de una extraña belleza, inspirados en sus conocimientos de filosofía oriental y su búsqueda de felicidad. Un aspecto saliente de esta exhibición es la variedad de estilos que utiliza para expresar sus emociones, algo bastante diferente a lo que muchos artistas hacen.  Los Ríos y los Tiempos parece ser el trabajo de cuatro artistas que comparten algunas cosas.

Isabel de Laborde adhiere a la creencia oriental que un rio nunca es el mismo, que se renueva constantemente por su continuo fluir, y que esto lo transforma en un equivalente visual del tiempo, como así también de los cambios en las almas de los seres sensitivos. Ella combina diestramente diferentes técnicas y medios de expresión para construir totalidades coherentes. En efecto, resulta sorprendente encontrar la fría perfección de la geometría combinada con trazos muy libres, reminiscentes de las antiguas y poéticas acuarelas que representan ramas, y que Laborde utiliza en su serie monocromática Ríos Sonoros. Esta serie nos transmite una música reminiscente de aquellas que sonaron  en los oídos de Las Bacantes.

El fluir del tiempo y del agua, los elementos dadores de vida, también está también muy poética y sin embargo vigorosamente, u aun dramáticamente, presentada en otra serie en la cual el inter-juego de geometría y pintura aparece más integrada. Aquí, lo monocromático deja su lugar a cuadros escasamente coloreados: azules cerúleos, rojos, blancos, ocres, negros, que mientras comparten su protagonismo en este mapa desolado pero vívido, se asemejan a paisajes vistos desde el cielo.  Están representados por trazos cortos y vigorosos que también nos traen reminiscencias de dragones chinos en vuelo. Estos paisajes, entrecruzados por luciérnagas o meteoros de luz, vibran con una fuerza Sibeliana.

También aparecen pequeños estucos y relieves de hojas doradas con sutiles toques de escarlata que están claramente relacionados con el mundo interno, lo orgánico, el asiento físico del espíritu. Su diseño también nos remite a los símbolos antiguos, unificando así lo material con lo intangible. En otros pocos pero no menos sorprendentes trabajos, Laborde surca el espacio a través de un misterioso tríptico de frio hielo azul. (Infinito Profundo). Y encontramos otro – igualmente misterioso – de tonos dorados, basados en poemas de Jorge Luis Borges, en donde reaparece la geometría, triunfante, pero no dominando los  textos borgeanos.